miércoles, 30 de mayo de 2007

Divas

Me encontré con una de esas divas de afterhours, irresistibles lolitas viciosas sinónimo de dulce perdición. Hay que ser muy capullo para enamorarse a esas horas, en un sitio así y con la cabeza de aquella manera. Pero el hombre, y en eso estoy de acuerdo con las tías, es un capullo por principios. Nada más verla supe que quería tenerla y no sólo esa noche, sino cuantas más mejor. ¿No es eso el amor?. Pues eso.

El relato completo aquí.

martes, 22 de mayo de 2007

La fiesta de La Pradera

No, no nos encontramos con Michael Landon como decía Joaquiné. El pasado 15 de mayo por primera vez en mi vida celebré San Isidro en Madrid. Y cuando digo celebrar, me refiero a currar como un cabrón hasta las cinco de la tarde (es lo que tiene trabajar en los suburbios de Torrejón). Pero bueno, cuando llegué a casa nos fuimos todos los paisanos a La Pradera. Para los que no sean autóctonos de Madrid, La Pradera es como se conoce a las inmediaciones de la ermita del Santo en el barrio de Carabanchel Bajo - Arganzuela, oficialmente llamado "Parque de San Isidro".

Nada más llegar a Marqués de Vadillo e intentar salir del Metro te das cuenta de que eso es el infierno del que hablaba Rambo. Tardamos como 20 minutos en salir a la superficie, y eso sólo era el anticipo de lo que nos esperaba: la mayor marabunta de gente de la que yo he sido testigo en toda mi vida. Imposible entrar a un bar, imposible andar por la feria. Sólo quedaba sitio en las colinas del parque, entre familias que ya empezaban a recoger y grupos de jóvenes jovialmente alcoholizados a esa hora de la tarde.

Marabunta de gente en San Isidro

La tradición madrileña de este día es eminentemente familiar, consiste en ir toda la tropa a La Pradera con tortillas (aquí lo de la caldereta no se lleva) y la manta para ponerla en el césped. Un poco en plan picnic pero a la española, esto es, con la correspondiente dosis de vino acompañando al menú tortillero (Cumbres de Gredos en TetraBrik). Nosotros no llevábamos nada de eso, de modo que enseguida nos aburrimos de tragar polvo y como era materialmente imposible acercarse a la ermita (y para hacer lo que había que hacer ya cumplimos en una ocasión con otra del mismo patrón) decidimos hacer algo más sensato: ir de cervezas a La Latina.

Gracias a Juli estuvimos en uno de esos antros infectos que sólo una callejuela de Madrid puede ofrecer comiendo unos bocatas igualmente infectos aunque ricos (la grasa siempre sabe bien). La fiesta y el buen tiempo hacía que las calles estuvieran animadas, sin llegar al agobio que habíamos pasado en la verbena. Decidimos ir dando un paseo desde allí a la Plaza Mayor entre terracitas que en un día tan señalado se dedicaban a poner chotis (a partir de ahora mi género musical favorito). La verdad es que molaba ver a los abueletes bailando, que arte tiene los tios, ahí sin mover un dedo, sólo dejándose llevar por la mujer, ¡como la vida misma! Por si no lo sabiáis el chotis en el lado masculino se debe bailar "sin salirse de una baldosa", esto significa que el chulapo debe estar con los pies juntos, totalmente tieso y dejar que la chulapa baile a su alrededor sin despegar las puntas de los pies del suelo, la ley del mínimo esfuerzo en toda regla.

Los alrededores de la Plaza Mayor están un poco infectados de tiendas de souvenirs para japoneses, pero aún conservan el encanto de toda la vida, como las fachadas inclinadas de la Cava Baja o como Casa Botín. Fundada en 1725 está considerado el restaurante más antiguo del mundo. Cuando sea rico tengo que ir allí a comerme un cochinillo.

Casa Botín, el más viejo del mundo

Es bastante agradable pasear por el centro de noche, prometo un próximo artículo con algunos rincones con encanto poco conocidos de Madrid, siempre y cuando me acuerde de llevar la cámara la próxima vez (las fotos de este artículo son cortesía de Eva, que sí que se la lleva a todas partes en su bolso de 15 kg.).

AUDIO: mi chotis favorito, El Pichi de Francisco Alonso.

jueves, 10 de mayo de 2007

El poder del ser humano

Nunca se podrá vencer al hombre que piensa libremente, porque en el libre ejercicio de esa facultad de nuestra mente, reside el poder y la razón de existir de nuestra especie.
Comentario a este gran artículo sobre el gran Carl Sagan (gracias a David por el link)

miércoles, 2 de mayo de 2007

Nuevo juguete


A medida que nos hacemos mayores la única diferencia es el precio de los cacharros con los que jugamos.